Conclusiones

1

Existe un discurso, articulado y reflexionado, extremadamente crítico con las prácticas internas de las organizaciones. Se puede concluir que las prácticas más negativamente destacadas tienen que ver con la falta de horizontalidad y de toma de decisiones, así como el nivel de exigencia militante incompatible con la vida.

2

La exigencia y la falta de prioridades en lo que se refiere al sostenimiento de la vida de las personas contradicen la posibilidad de poder configurar espacios de toma de decisiones inclusivos, ya que generan una cesión de privilegios por parte de los grupos hegemónicos de poder político.

3

La configuración de espacios formales e inclusivos de toma de decisiones es condición imprescindible para cualquier espacio u organización feminista.

4

Las organizaciones del cambio han realizado un trabajo en las instituciones con prácticas feministas, derivando en políticas públicas reales mientras que a nivel interno las dinámicas son reprobables desde una óptica feminista.

5

La escasez “a la interna” frente a lo que sí se ha sido capaz de trasladar a la institución en lo que se refiere a prácticas feministas, tanto en la gestión como en la proyección de políticas públicas. Esto se debe a una desvalorización de lo privado respecto a lo público y de lo feminizado frente a lo masculinizado.

6

La minusvaloración del trabajo y las herramientas feministas y de las personas que las priorizan, así como la falta de realización de  la reflexión y el balance desde el punto de vista feminista ha provocado la frustración y descrédito en los procesos y organizaciones del cambio.

7

La reflexión o balance feminista se realizan como reacción y bajo demanda de quien lo exige, no está normalizado como una necesidad. Esta reflexión feminista no está construida de forma transversal en la mayoría de los procesos.

8

Son las organizaciones con estructuras más rígidas, los partidos políticos de ámbito estatal y autonómico, menos tendientes a visibilizar las críticas sobre el feminismo en la organización que las organizaciones municipalistas, en muchos casos instrumentales y con militancia más autónoma.

9

Las prácticas de trabajo que dificultan la continuidad en la organización de las participantes son aquellas que definen como muy jerárquicas, individualistas y competitivas, liderazgos unipersonales y sin supervisión de la estructura.

10

Hay un vínculo entre la buena gestión de las relaciones internas de la organización y su diversidad con la propia continuidad de la organización en el gobierno local, incluso en el nivel autonómico.

11

Otras de las prácticas que desgastan son las dinámicas colectivas de trabajo excesivo en tiempo e intensidad, precarias por la carencia o inseguridad de condiciones materiales para realizar el trabajo y sin reconocimiento por parte de la organización.

12

La carencia de estructuras y herramientas feministas colectivas para dar respuesta a las situaciones de violencia y acoso es el tema importante de rechazo a la organización.

13

Otros motivos tienen que ver con la infravaloración de la política pública feminista en las instituciones y la falta de reconocimiento individual y colectivo del trabajo feminista en la propia organización.

14

El feminismo, asumido por la organización, era el sello de la nueva política y es el motivo y compromiso de incorporación de la mayoría de las participantes en la nueva política municipalista.

15

Las participantes consideran que para volver o sostenerse en las organizaciones del cambio son precisas alianzas municipalistas feministas en el territorio y fuera, así como alianzas con el movimiento feminista. 

16

Los principios feministas vertebran la vida política de las participantes y la mayoría ha vuelto a incorporarse al activismo en el movimiento a la salida del gobierno o la organización, aunque sea de otra manera.

17

Las participantes consideran que para volver o sostenerse en las organizaciones del cambio son precisas alianzas municipalistas feministas en el territorio y fuera, así como alianzas con el movimiento feminista.

18

Son necesarios objetivos previos claros para poder evaluar, con posterioridad, una serie de estrategias de empoderamiento feminista en la organización, de liderazgos diversos y rotativos, espacio de conexión con la militancia y la ciudadanía.

19

Las herramientas precisas para sostener el feminismo en las organizaciones son diversas: procedimentales para las asambleas o reuniones y de formación feminista, estructuras internas de seguimiento y control de los códigos éticos, acuerdos feministas y órganos con protolos explícitos para atender los casos de acoso.

20

Las causas de que no se realizaran otras políticas más innovadoras y transformadoras u orientadas hacia un modelo de economía feminista es, en cierta medida, porque han estado bloqueadas por la propia organización o por exigencias de negociación con otros partidos para gobernar.

21

Las políticas feministas con sello municipalista que se identifican por las participantes son en este orden:

  1. Políticas dirigidas a la prevención y atención de la violencia sexual en colaboración con el movimiento feminista o mediante pactos locales y protocolos de atención en el ocio nocturno y los modelos de seguridad policial.
  2. Políticas relacionadas con los cuidados, la economía social o de proximidad.
  3. Políticas relacionadas con la feminización de la pobreza y el empleo de las mujeres.
  4. Planes u ordenanzas de igualdad de género dirigidas hacia el ayuntamiento o la ciudad, la creación de casas y centros y las medidas dirigidas a los colectivos LGTBI.

22

Existe un deseo de conformar un espacio común en forma de red, estructurado y con objetivos comunes, con agenda propia y vinculado tanto al apoyo mutuo como a la incidencia política en las instituciones y la generación de discurso propio.