¿Y los hombres? Masculinidades y hombres en el corazón de las políticas de igualdad (Parte I)

Centre de Masculinitats de el Ajuntament de Barcelona

¡Comparte!

Jara Cosculluela Melguizo

Activista feminista, fundadora de AKAFEM y experta en Políticas Públicas


Las recientes movilizaciones feministas han supuesto, en palabras de la escritora y filósofa Clara Serra, un auténtico “movimiento tectónico del sentido común” social y político, pero también una renovación recrudecimiento de polémicas históricas del feminismo. Una de estas polémicas está relacionada con el sujeto del feminismo, con una posición enconada que está jibarizándolo hasta el punto de provocar la expulsión de las personas trans, por ejemplo, o incluso de otras mujeres.

Bakea Alonso

En esta “cuarta ola feminista”, relata la experta en género, igualdad y masculinidades Bakea Alonso, a la que hemos consultado, este debate abierto en el feminismo sobre el sujeto “hace inevitable que hablemos de los hombres. ¿Qué pasa con ellos? ¿Cuál debe ser su papel dentro del feminismo?”. Sobre todo, para Alonso, una vez que movilizaciones como por ejemplo el Mee Too “han puesto un espejo a los hombres y nos demuestran que no es posible hablar de igualdad si los hombres no cambian algunas de sus prácticas”

En este artículo nos interrogamos, precisamente, sobre el lugar de los hombres y la masculinidad en el feminismo y, más concretamente, en una de las herramientas de transformación de las que el feminismo dispone como son las políticas públicas de igualdad, desplegadas desde hace años en los diferentes niveles institucionales y con las mujeres como foco principal. Se ha querido tener un ojo puesto en quienes están ahora elaborando programas y propuestas para las elecciones autonómicas y municipales del próximo mayo, pero también otro en el trabajo que se lleva desarrollando en nuestro país en cuanto a este tipo de políticas y los retos de futuro que se dibujan

Josetxu Riviere.
Foto: David Aguilar Sánchez para El Salto

El feminismo actual y sus movilizaciones habrían tenido un impacto positivo en la percepción sobre la necesidad de las políticas de igualdad sobre hombres y masculinidades, en opinión de Alonso y de otras entrevistadas para la elaboración de este artículo. Josetxu Riviere, también especialista en masculinidades e igualdad e integrante del pionero programa vasco Gizonduz de Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer, cree que “hay un cambio en poner el foco en los hombres, en dirigirse a ellos y ver qué pasa con la masculinidad, que también debería concernir a las mujeres o, por ejemplo, a las masculinidades trans”, pero, puntualiza, “no todos los cambios son buenos”. El experto vasco se desmarca así del resto de opiniones explicando que  muchas iniciativas actuales “sobre todo ponen el acento en la prevención de la violencia machista”, siendo “una mala palanca para intentar mover a los hombres a la igualdad”, porque una aproximación “casi exclusivamente desde la prevención de la violencia y desde las actitudes de control de los hombres, etc.” no tendría siempre un resultado adecuado, resultando preocupante que sea este “el único lugar de partida para el trabajo con hombres”. Laura Pérez Castaño, regidora de Drets Socials, Justícia Global, Feminismes i LGTBI en Ajuntament de Barcelona, también celebra los cambios, aunque opina que existe otra parte de la foto no mostrada que revela la existencia de “sectores feministas que ponen en cuestión destinar recursos económicos a las políticas de masculinidad” o que sostienen en las “movilizaciones y sus lemas principales cierta idea criminalizadora de los hombres” o “el propio cuestionamiento de que existan hombres aliados y hombres feministas”. En todo caso, la razón principal de la regidora para “esta resistencia” vendría principalmente “de la destinación de recursos”. 

Laura Pérez Castaño

Comprender “a los hombres como parte de la solución, y no del problema” es la apuesta que durante 8 años ha mantenido la regiduría que encabeza Pérez Castaño, y que, además, supone “superar la lógica de los servicios dirigidos exclusivamente a mujeres”, algo que solo podría hacerse desde un “feminismo no identitario, no punitivo e interseccional que no ha sido hegemónico en la política institucional” hasta ahora. Además de los hombres, está la consideración sobre las masculinidades en el core de las políticas de igualdad, para lo que, según el formador en igualdad, masculinidades y LGTBIQ+, Iván Gómez Beltrán, la apuesta deberá pasar por “poner luz sobre la masculinidad” y poder pensarla “como algo que se puede transformar”, reflexionando sobre “qué valores que hemos construido y construimos diariamente como parte de esa masculinidad son nocivos socialmente”. Todo ello, en la medida en la que entiende que el feminismo “ha cuestionado desde hace siglos la feminidad, el papel de las mujeres y cómo se construye la discriminación hacia ellas”, pero “no ha intervenido desde la perspectiva de la masculinidad” de manera sustancial. La clave, para Riviere, va a ser trabajar con los hombres desde “la perspectiva de un cambio” en la concepción de las masculinidades y de la idea que tenemos de ellos, porque es imprescindible tanto para la sociedad en su conjunto y para las mujeres, pero también para los hombres, en cuanto que no son meramente aliados sino “parte interesada y activa en todo este proceso”.

El experto vasco advierte, más allá, que debemos analizar bien “qué está ocurriendo con los hombres” en relación a los rígidos mandatos de género, o como prefiere llamarlo él, hombres “con problemas de género”, porque no toda respuesta tiene que ver con una corriente de hombres blancos enfadados, en palabras del sociólogo Michael Kimmel, sino “que a veces viene conectado” a un movimiento de éstos “hacia posiciones favorables a la igualdad y el feminismo”, aunque “su “implicación en el nivel de los cambios concretos no está al mismo nivel que lo expresado en las encuestas”. Gómez Beltrán expresa la importancia de superar la relación causal entre avance del feminismo y resistencias por parte de los hombres ahondando en las razones de esas resistencias, de manera que “puedan ser politizadas y no sólo atacadas”. Como ya indicó Serra en el texto citado, debemos poder preguntarnos de manera decidida “¿qué pasa hoy con los hombres? ¿Qué malestares masculinos está politizando la extrema derecha? ¿Qué cosas no estamos nombrando? ¿Cómo podemos convencer a los hombres? ¿Cómo podemos ayudarles a cambiar?”. 

Políticas de igualdad sobre hombres y masculinidades. ¿Por qué o cómo?

Recientemente se ha publicado informe “Comparativa internacional de políticas de masculinidades”, coordinado por la propia Alonso y bajo el auspicio de la Delegación del Gobierno contra de la Violencia de Género, en el que se abre la pregunta sobre si a día de hoy, una vez que diferentes organismos internacionales desde años abogan por la inclusión de los hombres en las políticas de igualdad y de relativo trabajo desarrollado hasta ahora, debemos interrogarnos más por el cómo desarrollar estas políticas y no tanto el por qué, entendiendo que cada vez más existe un mayor consenso sobre la cuestión. Alonso ahonda en la afirmación, explicando que “hace unos años, cuando hablábamos con algún responsable de políticas de igualdad o incluso con el movimiento feminista, había bastante rechazo”, mientras que ahora se pueden encontrar pruebas concretas que encarnan esa mayor aceptación, como son “los planes de igualdad, tanto estatales como de las comunidades autónomas” o “el Plan Estratégico de Igualdad 2022-25 y la Estrategia contra las violencias machistas” que, en los últimos años, presentarían una “paulatina incorporación de medidas dirigidas a hombres”. Para Pérez Castaño esto sería el indicativo de que, tras un largo recorrido, las políticas de igualdad deben pasar de estar dirigidas “hacia las mujeres y a la protección de sus derechos, específicamente en el campo de las violencias machistas” a estar orientadas también “al otro 50% de la población”, como reconoce que hacen en la regiduría que encabeza, y que tiene que ver con el hecho de que “se ha generado mucha política pública orientada a mejorar las condiciones materiales de las mujeres, a la lucha contra las violencias machistas, al empoderamiento de las mujeres en diferentes ámbitos de la vida” pero, inevitablemente, “podemos seguir empoderando a las mujeres que, si no hacemos el trabajo con el otro 50% de población, vamos a encontrarnos aquí con un cruce de caminos donde no hay avance”. Para la regidora, “ahora tocaría transformar, y esto interpela al 100% de la población”. 

Una yuxtaposición entre una corriente “que está debatiendo el cómo” y otra que no tendría claro ni “sus objetivos, a quién dirigirse, quién las tiene que hacer y dónde han de situarse dentro de las políticas públicas” más generales es el resumen del panorama general para Riviere, por lo que quedaría “todavía bastante labor” y, sobre todo, “una estrategia a largo plazo y no acciones puntuales para una campaña”. El problema, que también remarca Alonso en un momento de la entrevista, es que si bien “en el contexto del Estado español empieza a haber cada vez más iniciativas dirigidas a los hombres”, estas “son muchas veces muy puntuales, pocas de ellas tienen que ver con proyectos de largo recorrido, apenas llegan a una legislatura” y no cuentan “con el presupuesto suficiente”. Otra de las dificultades que bien conoce Riviere y que trabajan en Gizonduz deliberadamente viene expresada por Gómez Beltrán cuando explica “cuesta mucho incorporar la masculinidad” a los programas públicos, “no sólo por las reticencias que pueda haber políticamente, sino porque cuesta mucho interpelar a los hombres para que participen de este tipo de actividades”, siendo así fundamental repensar eso de cómo llegar a establecer lazos comunicativos” para paliar este problema. En todo caso, aun asumiendo las dificultades, Pérez Castaño indica que existe un cambio determinante que pasa por que “el feminismo consigue entrar de una manera masiva en las agendas institucionales, que ya no es propiedad del PSOE y, en ese sentido, otras fuerzas de izquierdas -esto ya había pasado en el País Vasco previamente- ven una línea necesaria que abordar en la implementación de políticas públicas para hombres”, estableciendo así una oportunidad de apertura sin precedentes en este campo.

Adentrándonos en el cómo y, en concreto, “en el terreno de la acción social”, que es donde Alonso desarrolla buena parte de su labor, la experta considera que “hay mucha necesidad de incorporar un enfoque de género en la intervención que se hace con hombres migrantes, desempleados, discapacitados, gays, sin techo, etc.” y que sea capaz de “ofrecer una mirada más interseccional y que permita ver a los hombres no sólo como sujetos de poder, sino con vulnerabilidades específicas que tienen que ver con cuestiones de género, pero no solo”. Así, Riviere apostilla que a “la desigualdad, la discriminación y el machismo hay que entrarle pensando que los hombres somos en plural  y que las situaciones sociales de los hombres no son iguales, ni todo el mundo estamos situados en los mismos peldaños de ventajas sociales”, del mismo modo que califica de error “plantear la situación de las mujeres en como algo homogéneo, como personas oprimidas, donde no le damos valor al recorrido que han hecho las mujeres de empoderamiento, de conseguir espacios, etc.”, invisibilizando sus logros y avances. Volviendo a citar a una de las autoras de referencia, Rawelyn Connell, Riviere remarca la noción de “masculinidades marginales”, que nos permite entender que “no todos los hombres estamos en el mismo lugar, aunque sabemos que nos alcanzan las ventajas que a las mujeres que están en el mismo lugar que nosotros no les son comunes”. También Pérez Castaño refiere que “es muy necesario que se incorpore la perspectiva intercultural” para el trabajo con hombres y masculinidades “porque nuestras ciudades y nuestros pueblos son diversos y hay muchos orígenes; porque la edad también es un elemento a la hora de trabajar políticas de masculinidad, por ejemplo”. Además, se trataría de comprender la masculinidad “como una serie de valores relacionales a la feminidad” y no como una “identidad aislada que parece que se construye a sí misma”, puntualiza Gómez Beltrán, y para ello se debe visibilizar “la jerarquía de género” más allá del análisis “del papel de la víctima”, esto es, “de los contextos culturales que permiten la socialización de una parte de la población para ejercer como victimarios o como agresores”.

Las cuatro personas consultadas coinciden en que las políticas de hombres y masculinidades necesariamente tienen que ser feministas y, como remarcan Pérez Castaño y Alonso, además la transversalidad tiene que tener una presencia clara en ellas. La regidora cree, refiriéndose de nuevo a su labor en el Ajuntament, que “si hemos transversalizando las políticas públicas feministas para las mujeres, obviamente, tendremos que hacerlo con las relacionadas con la masculinidad” o, concluye Alonso, si bien hay ámbitos ya clásicos de aplicación de las políticas dirigidas a los hombres, se “debería incorporar una reflexión sobre los hombres y la masculinidad de manera transversal y llevarla a muchos espacios” siendo muy “rigurosas con el mainstreaming”.

Iván Gómez Beltrán (Foto de su canal de youtube)

Finalmente, la pedagogía es imprescindible, indica Gómez Beltrán, en la medida en la que hay que evitar que la masculinidad permanezca invisible, manteniendo ocultas sus dimensiones estructural y social y que nos llevaría a pensar que “no es necesario abordarla” y menos “el crear políticas públicas” que pasarían a entenderse entonces “como un ataque”. Además, si “los hombres son autónomos y autosuficientes”, como reza la máxima del modelo de masculinidad tradicional, cualquier “intervención específica sobre ellos será entendida como un ataque «porque yo tengo que valerme por mí mismo»”. Es por esto que cree que “las políticas públicas dirigidas a hombres van a tener que tener un enfoque pedagógico en su expresión, en cómo se muestran socialmente, porque el pilar fundamental de la masculinidad es que cualquier cosa que se haga para visibilizarla, para entenderla o descodificarla, es percibida como un ataque identitario contra los hombres”.

Enlace a Parte II