Apoyando a las putas locales (Act Up)

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Artículo colectivo de Nunca sin Nosotras (Zaragoza)

En recuerdo de Dolores Juliano

Desde una óptica municipalista, nos parece fundamental reconocer a las mujeres que ejercen el trabajo sexual en lo que son. Son nuestras vecinas y compartimos mercados, tranvías, calles, colegios y cualquier espacio de nuestra ciudad. El movimiento Act Up en París tenía como uno de sus lemas a principios de los años 90 “Apoya a tu puta local”. Este principio es una de las herramientas más poderosas contra el estigma.

1 – Salvar a la puta

El pasado julio, Kenia García, trabajadora sexual y activista del Colectivo de Prostitutas de Sevilla, intervenía en las Jornadas de Pensamiento Feminista de AMA Asturies planteando la cantidad de situaciones laborales tremendamente injustas que viven muchas mujeres en el Estado español, desde las jornaleras de la fresa en Huelva hasta las trabajadoras del hogar internas, situaciones en las que concurren en muchas ocasiones la explotación laboral y el abuso sexual, o jornadas de doce horas en la hostelería por sueldos ínfimos y sin derechos laborales. Pero esto no le importa a nadie, sólo interesa salvar a la puta. Sin embargo, apuntaba Kenia, se olvida la relación circular que mantiene la prostitución con todos estos trabajos. Porque en la prostitución no se cae -decía- a la prostitución se huye: las mujeres huyen en muchos casos de estos empleos precarizados. Tendríamos que empezar solucionando lo que ocurre en dichos empleos si queremos abordar la prostitución. La Ley de Extranjería: hay 500.000 personas en situación administrativa irregular en nuestro país; entre ellas, miles de mujeres se ven abocadas a ejercer la prostitución, pero nadie se preocupa por eso, solo por su buena conciencia. La prostitución no se va a abolir, no va a desaparecer, puede disminuir si se aborda la solución a estos problemas de explotación laboral y de racismo institucional. Y Kenia terminaba preguntándonos: ¿Dónde está el movimiento feminista cuando las mujeres que trabajan en situaciones de explotación piden apoyo?

2- La concentración ante el Congreso de los Diputados: Sin putas no hay feminismo

Nunca sin Nosotras somos un grupo de feministas de Zaragoza con varios años de debates y reflexiones en torno a la prostitución en los que contamos siempre con las trabajadoras del sexo, partimos de la óptica de los derechos humanos y concebimos las políticas públicas feministas como aquellas encaminadas a promover el bienestar de las mujeres. El pasado 4 de octubre nos movilizamos para acudir a Madrid a la concentración delante del Congreso de los Diputados convocada por la Asociación Feminista de Trabajadoras Sexuales (AFEMTRAS), en protesta contra la propuesta de ley abolicionista de la prostitución presentada por el PSOE, que en realidad es una propuesta de ley prohibicionista y punitivista del entorno de las trabajadoras del sexo. Esta ley se debatirá próximamente en el Congreso.

En esa concentración nos encontramos con grupos de trabajadoras sexuales y de feministas de diversas ciudades del Estado, que bajo lemas como “No existen malas mujeres, sino malas leyes”, “Sin putas no hay feminismo” o “Derechos para todas” reivindicaban sus derechos frente a la propuesta de ley del PSOE, ante la negación del debate social y político sobre la cuestión. Durante la concentración se entregó en el Congreso el manifiesto Voces feministas por los derechos, firmado por más de mil feministas, entre las que se encuentran reconocidas académicas, investigadoras, activistas feministas, trabajadoras del sexo y profesionales de todo el Estado. El manifiesto incluye un decálogo de reivindicaciones entre las que se encuentran la garantía de unas condiciones que potencien la capacidad de decisión de las mujeres, una vida libre de la violencia que sufren por el estigma que rodea a su ocupación y una reforma de la Ley de Extranjería.

3- La propuesta de ley del PSOE

¿En qué consiste esta propuesta de ley abolicionista? En realidad es una modificación de varios artículos del Código penal. Amplía sin límites el delito de proxenetismo incluyendo el proxenetismo no coactivo (cualquier persona que viva de los ingresos de la prostitución), penalizando la tercería locativa (esto es, los espacios para ejercer la prostitución, cualquier persona que alquile un espacio a una mujer que ejerce la prostitución, que la transporte en un taxi, etc). Penaliza también a los clientes y podría penalizar la pornografía.

La propuesta está recibiendo serias críticas desde el ámbito de los derechos humanos. En los países en los que se ha implantado con resultados fallidos, como Suecia, Noruega, Irlanda o Francia, ha desencadenado una mayor vulnerabilidad para las prostitutas: imposibilidad de acceso a la vivienda, desahucios, clandestinidad, menor posibilidad de negociación con los clientes, por ejemplo en el uso del preservativo. La criminalización de los clientes conlleva la criminalización de las mujeres que ejercen la prostitución. Las soluciones mediante código penal traen a las mujeres violencia institucional, judicialización y acoso policial. Informes de Amnistía Internacional y de Médicos del Mundo en Francia defienden la despenalización del trabajo sexual y políticas pro derechos para las mujeres que lo ejercen, -que no la regulación de la prostitución, que sería el modelo implementado en países como Alemania, que defiende los intereses empresariales olvidando los derechos de las mujeres-.

El proyecto del PSOE no contempla ningún tipo de medidas sociales, aunque la Ley de Extranjería es la principal causa del ejercicio de la prostitución. Por ella se encuentran en España alrededor de 500.000 personas en situación administrativa irregular que sobreviven trabajando en la economía sumergida, realizando en muchas ocasiones trabajos esenciales. Esta sería la primera ley a abolir, modificar o al menos aprobar una regulación extraordinaria, como está reivindicando la campaña “Esenciales”. Tampoco contempla medidas económicas que permitan a las mujeres que lo deseen cambiar de ocupación, en un contexto en el que sólo una de cada siete familias en situación de pobreza recibe el Ingreso Mínimo Vital, mientras persisten las trabas burocráticas y el maltrato institucional hacia las personas que lo solicitan. De igual manera se ha postergado la revisión de las medidas contra la trata, que han fallado estrepitosamente.

Mari Jose Barrera, del Colectivo de Prostitutas de Sevilla, nos pregunta en sus intervenciones: ¿Nos queréis clandestinas o con derechos? Esta propuesta de ley, si se aprueba, empujará a las trabajadoras del sexo a esconderse para ganarse la vida, aumentando su vulnerabilidad y la violencia contra ellas. Desde la perspectiva de los derechos humanos lo que es urgente es el reconocimiento de los siguientes derechos fundamentales: Derecho a vivir libres de violencia, derecho a una vida sin intimidación, coerción o explotación, derecho a trabajar lo más seguras posible, derecho a la protección policial, derecho a la autodeterminación y derecho a la autoorganización.

La prostitución es una actividad dura con un fuerte estigma social que las mujeres ejercen mayoritariamente por necesidades económicas. No es una norma que se pueda derogar sin transformar las condiciones materiales de quienes la llevan a cabo. Es necesario, además, escuchar la voz de las trabajadoras sexuales. Son las protagonistas y deben intervenir en las soluciones como sujetos políticos y de pleno derecho. Con ellas, somos muchas las feministas que entendemos que los derechos son para todas, y que el feminismo es un movimiento que lucha por ampliar los márgenes de libertad y de decisión para todas las mujeres.

4-Trabajo sexual con derechos. 20 años de despenalización de la prostitución en Nueva Zelanda

Recientemente la criminóloga y profesora en la Universidad Victoria de Wellington (Nueva Zelanda) Lynzi Armstrong ha estado presentando en distintas ciudades del Estado el libro Trabajo sexual con derechos. Una alternativa de despenalización, del que es autora junto a Gillian Abel, catedrática y directora del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Otago. Nueva Zelanda despenalizó la prostitución en 2003, con una legislación impulsada por las propias trabajadoras del sexo, quienes venían ya de una larga trayectoria de incidencia política y de alianzas con organizaciones feministas, de derechos humanos, con el sistema sanitario y con la Universidad. Esta despenalización se ha basado en la reducción de daños, la seguridad, la salud y la protección de las trabajadoras sexuales, y ha minimizado también la trata con fines de prostitución: abrir el diálogo y la consideración de derechos facilita la denuncia de la explotación sexual y de la trata. Es una legislación que prioriza la salud y la seguridad laboral de las trabajadoras sexuales y garantiza la protección de las mujeres contra la explotación. No es una legislación perfecta, porque no incluye a las prostitutas migrantes en situación administrativa irregular, cuestión en la que los colectivos implicados siguen trabajando para conseguir cambiar, pero es un avance importante que nos sirve para poder pensar cuál sería la mejor manera de implementar una ley por los derechos de las trabajadoras sexuales en nuestro contexto. Este libro, editado por Virus y auspiciado por el Colectivo de Prostitutas de Sevilla, es una excelente herramienta que presenta en profundidad el modelo neozelandés y muestra cómo el fortalecimiento de la legitimidad, de los derechos y de la organización de las trabajadoras del sexo es el camino para su emancipación.

5- Dolores Juliano, siempre con nosotras

Con Dolores Juliano aprendimos que el estigma de la prostitución tiene que ver con una situación estructural de falta de poder social que nos afecta a todas las mujeres, pues se basa en la división férrea entre buenas y malas mujeres: las buenas tendrán que adherirse al matrimonio, el intercambio sexual y económico legítimo para el patriarcado, que sostiene el orden familiar y social tradicional; y las malas serán aquellas que de algún modo transgreden las normas patriarcales, y que serán asociadas a la prostitución. El estigma divide a las mujeres en decentes y honradas frente a indecentes, peligrosas o víctimas. El estigma cumple así una función de control social patriarcal y de disciplinamiento de las mujeres.

Además, en el estigma está también el factor económico: Lo que convierte en transgresoras -y, por tanto, ilegítimas- a las mujeres prostitutas es la transparencia de la transacción. Pedir dinero abiertamente a cambio de servicios sexuales les merece, por parte del sistema sexista, la mayor de las desvalorizaciones y la negación de todos sus derechos. Separar el sexo del afecto aleja a las mujeres de la legitimidad social. Por tanto el crimen inicial no es el acto sexual en sí, sino pedir dinero por él. La deshonra proviene de negociar el sexo, no de proporcionarlo gratis. De esta forma, la etiqueta de prostituta tiene más que ver con la transgresión como mujer de los códigos discriminatorios de género que con el comercio sexual real.

«La desvalorización socialmente construida y la indefensión ante todo tipo de agresiones que afecta a las prostitutas es el espejo que se pone ante las mujeres insertas en el sistema para mostrarles el precio que pueden pagar ante cualquier atisbo de rebeldía1

Conviene conocer siempre las realidades de las que hablamos y opinamos, apasionante tarea en la que seguiremos.


1 Juliano, Dolores. La prostitución: el espejo oscuro. Barcelona : Icaria, 2002.

Holgado Fernández, Isabel. “Reseña de El prisma de la prostitución de Gail Petheerson, La prostitución: el espejo oscuro de Dolores Juliano y Retrato de intensos colores de Carla Corso y Sandra Landi”. Athenea Digital. Revista de Pensamiento e Investigación Social, núm. 5. Barcelona : Universidad Autónoma de Barcelona, 2004.